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lunes, 26 de septiembre de 2011

El Motin del Caine (The Caine Mutinity)

El Motin del Caine (1954)

La historia nos sitúa en 1944. El dragaminas norteamericano USS Caine recibe a su nuevo comandante, el capitán Phillip Queeg (Humphrey Bogart) un hombre apegado al estricto cumplimiento de las ordenanzas navales, que pronto se granjeará la enemistad de la tripulación por su exagerado sentido de la disciplina. La actitud neurótica de Queeg llevará a uno de los oficiales del Caine, el Teniente Keefer a convencer al segundo oficial, el Teniente Maryk, de que Queeg puede padecer algún tipo de trastorno sicológico que le incapacita para ostentar el mando del buque. Por esta razón, cuando en medio de un violento tifón el capitán Queeg pierde los nervios, Maryk decide relevarlo y tomar el control del barco, lo cual le acarreará ser juzgado en un consejo de guerra por amotinamiento, siendo defendido en el curso del mismo por el Teniente Greenwald (José Ferrer).

Hay varias razones por las cuales El Motin del Caine tiene ganado un pequeño hueco en la historia dorada del Hollywood clásico. Esta película supuso la vuelta a la dirección del brillante realizador canadiense Edward Dmytryck, tras varios años apartado de la industria cinematográfica debido a su implicación en la tristemente célebre Caza de Brujas del Comité de Actividades Antiamericanas del senador McArthy. Tras su vuelta a Hollywood, Dmytryck fue llamado por el afamado productor Stanley Kramer, en la que iba a ser la última gran producción de este antes de pasarse a las tareas de dirección. Kramer había adquirido los derechos de la novela del escritor Herman Wouk titulada “The Caine Mutinity” publicada en 1951, la cual se habia alzado con el premio Pulitzer tras convertirse en un arrollador best-seller en EEUU, e inmediatamente pensó en Dmytryck para dirigir la adaptación cinematográfica, cuyo rodaje iba a tardar más de un año en comenzar debido a las reticencias del Departamento de Defensa de EEUU para respaldar la producción, aspecto que era esencial para sacar adelante el proyecto.

Finalmente, Kramer pudo convencer a los responsables de la Armada para que le prestasen su colaboración, recalcando en los títulos de crédito iniciales que la historia era ficticia y que nunca se había producido un motín en un buque de la marina estadounidense. La película se convirtió desde su estreno en un arrollador éxito en taquilla, siendo uno de los mayores éxitos comerciales de la productora Columbia, e incluso recibió 7 nominaciones a los oscars de 1955, aunque finalmente no se alzó con ninguna estatuilla. Entre los entusiastas espectadores del film se encontraba un por aquel entonces jóven británico llamado Maurice Joseph Micklewhite, quien decidió adoptar el nombre del barco como su apellido artístico, haciéndose llamar en lo sucesivo Michael Caine.

Pese a no ser una película bélica al uso -ya que las escenas de acción brillan totalmente por su ausencia- El Motin del Caine constituye un intenso ejercicio cinematográfico de crescendo narrativo hasta llegar al climax final del juicio, que supone un brillante desenlace y punto culminante de la narración. Una narración que gravita en torno a la mayestática interpretación de Humphrey Bogart como el paranoico y despótico Capitan Queeg que en una de sus más memorables citas afirma: "En este barco hay cuatro maneras de hacer las cosas: la buena, la mala, la de la Marina y la mia". En medio de ello, la película nos ofrece una interesante reflexión acerca de temas como el deber, el sentido de la obediencia o el honor, temas que se condensan a la perfección en el tercio final del metraje, dedicado a la corte marcial, y en el que brilla con luz propia la interpretación de José Ferrer en el papel de enérgico abogado de la defensa, que logra poner finalmente en evidencia a Queeg, en una secuencia memorable que, por cierto, parece que inspiró en bastante medida la también memorable secuencia de Jack Nicholson en el tribunal de Algunos hombres buenos.

Con tantos aspectos brillantes en su haber, es una pena que El Motín del Caine no llegara a la categoria de Obra Maestra, lo cual puede achacarse a varios factores. Como el propio Dymitryk reconoció años después, la primera versión del guión contemplaba un metraje de tres horas de duración en el que se desarrollaban más a fondo los personajes. Sin embargo, Kramer entendió que esta versión del libreto no era la más conveniente desde el punto de vista comercial, así que decidió acortar sensiblemente la duración e introducir una subtrama romántica que no aporta nada de interés a la historia, y que resulta más bien cargante para el espectador. Otro aspecto que le resta puntos al film radica en el tono forzadamente patriotero de algunas de las escenas, asi como un monólogo metido con calzador que pronuncia el personaje de José Ferrer tras el juicio, y la dedicatoria del film, que fue –como no podía ser de otro modo- para la US Navy. Está claro que esto puede considerarse como el peaje que hubo que pagar para contar con la colaboración de la Armada en la producción del film. 

En definitiva, El Motin del Caine es un título clásico de obligado visionado que nos regala una de las mejores interpretaciones del gran Humphrey Bogart, en la que iba a ser una de sus últimas películas. Una gran película lastrada por algunos aspectos coyunturales, pero sin duda, uno de esos Films que hay que ver al menos una vez.

Calificación: 7/10

martes, 20 de septiembre de 2011

Holocausto (Holocaust)

Holocausto (1978)

La historia comienza en Berlin en 1935, con la boda de Karl Weiss, miembro de una acaudalada familia judía de origen polaco, encabezada por el prestigioso doctor Josef Weiss, con Inga (Meryl Streep), una joven alemana de origen no hebreo. A partir de ese momento, el progresivo endurecimiento de las leyes raciales alemanas contra los ciudadanos judíos irá haciendo el ambiente cada vez más opresivo en torno a los Weiss, cuyos miembros iran viviendo en primera persona la persecución racial del gobierno de Hitler. De forma paralela, Erik Dorff (Michael Moriarty), un joven abogado en paro, de ideas apolíticas, ingresa en la SS en busca de un empleo, pero, impulsado por su ambiciosa esposa Marta, irá subiendo progresivamente en la jerarquía nazi, hasta convertirse en un colaborador directo del despiadado Heydrich en su política de exterminio del pueblo judío.

Existen varias razones por las que Holocausto puede considerarse todo un clásico dentro de las series televisivas ambientadas en la II GM. Esta miniserie, de sólo 4 capítulos, alcanzó un rotundo éxito de audiencia en EEUU cuando la cadena nacional NBC la emitió por primera vez en 1978, siendo inmediatamente exportada a decenas de países extranjeros, donde también fue muy bien recibida por el público y la crítica. Además, fue una producción ampliamente galardonada, que se hizo acreedora, entre otros premios, de 2 Globos de Oro y 8 Premios Emmy, además de lanzar al estrellato a una por aquel entonces joven Meryl Streep, en un papel de sufrida esposa que le valió para hacerse con el Emmy a la mejor interpretación femenina. Por su parte, el protagonista masculino, Michael Moriarty, se hizo con el Globo de Oro como mejor actor televisivo.

Sin duda, Holocausto es una serie que atesora no pocos méritos en su haber. Comenzando por una muy buena labor de ambientación y puesta en escena, continuando con unas interpretaciones que rayan a un alto nivel, y terminando en el ágil desarrollo de una trama argumental que abarca un dilatado periodo de tiempo, concretamente, una década. También tiene a su favor el hecho de contar el holocausto desde ambos puntos de vista, tanto el de los verdugos como el de las víctimas, lo cual resulta indudablemente enriquecedor a nivel histórico. En ese sentido, me parece especialmente fascinante el desarrollo del personaje de Erik Dorff, y como asistimos al proceso de transformación de un pacífico abogado sin ideas políticas, en un sanguinario asesino sin escrúpulos. La evolución de este personaje, que en principio ingresa en la SS únicamente movido por la necesidad de encontrar un empleo pero que poco a poco, en parte por inercia jerárquica y en parte por ambición personal, se convierte en un genocida, me parece una metáfora perfecta sobre el ascenso del nazismo en Alemania y como explicar el que una nación culta y civilizada como la alemana se viera inmersa en los horripilantes crímenes nazis.

Por otro lado, también es de recibo destacar el amplio periodo histórico que abarca la serie, comenzando por el inicio del acoso racial contra los judíos, y que abarca la violencia de la Noche de los Cristales Rotos, el inicio de las deportaciones masivas, los campos de concentración, matanzas organizadas como la de Babi Yar en Ucrania, o la gestación de la denominada “Solución Final”, hasta el final de la guerra. Sin duda, es una serie a tener en cuenta por su amplitud de miras, que quizás se traduce en una cierta concisión a la hora de abordar algunos hechos, pero que sin duda merece la pena ver y recordar, tanto por lo que cuenta como por cómo lo cuenta. Una producción muy esmerada, de esas que merece la pena volver a ver cada cierto tiempo.

Calificación: 7,5/10


miércoles, 14 de septiembre de 2011

Doce del Patíbulo, la Serie (Dirty Dozen - The Series)

Doce del Patibulo - Serie TV (1988)

El Teniente Danko, un duro oficial especializado en operaciones especiales, recibe el encargo de adiestrar a un grupo de díscolos soldados sancionados por motivos disciplinarios para realizar misiones de alto riesgo tras las lineas alemanas. Cada uno de estos hombres es un especialista en distintos campos, el experto en demoliciones Lebec, el actor Farrell, el espía Zeke, o el falsificador Dylan Leeds. Al frente de su equipo, Danko realizará una serie de peligrosas misiones en distintos puntos de Europa, de vital importancia para el curso de la guerra.

Dos décadas después del estreno de la exitosa Doce del Patíbulo, la división televisiva de la productora MGM quiso retomar la historia original del film, para producir una serie de televisión que desarrollara las distintas misiones encomendadas al comando de “The Dirty Dozen”. En principio, iba a tratarse de una serie de varias temporadas, cada una de las cuales debía constar de 13 capítulos de una hora de duración. Sin embargo, el estreno de la serie no consiguió la cuota de pantalla esperada, y como los índices de audiencia de los siguientes capítulos fueron bastante malos, la serie fue cancelada tras haberse emitido únicamente 8 episodios de la primera temporada.

Y lo cierto es que esta versión de Doce del Patíbulo es el mejor ejemplo de cómo una buena película no siempre sirve de inspiración para crear una buena serie. En el caso que nos ocupa, el primer gran fallo reside en los personajes, cuyas identidades se cambiaron respecto a la película, (imagino que para evitar comparaciones con el fabuloso reparto de esta) y que en la serie quedaron bastante desdibujados, de forma que los miembros del comando quedan reducidos a un grupo de soldados especialistas en distintas materias, pero sin que ninguno de ellos destile, ni de lejos, el carisma de los personajes originales del film de 1967, lo cual constituyó, sin duda, un serio handicap de la serie respecto a la película.

Además, el hecho de que se eligieran para los papeles protagonistas a toda una serie de actores desconocidos de segunda y tercera fila tampoco ayudó mucho a elevar el interés del público potencial. Pero, aparte de esto, el otro gran problema de la serie radica en unos guiones tópicos, que desarrollaban unas tramas excesivamente trilladas y más bien inverosímiles. En otros casos, los episodios de la serie plagiaban descaradamente éxitos del cine bélico como Ha llegado el Águila, cuyo argumento es calcado en el capítulo en que un comando de paracaidistas alemanes es lanzado sobre Irlanda para asesinar a Eisenhower durante un permiso de Ike. El único capítulo que me causó buena impresión es el que muestra como un falso Montgomery suplanta al famoso mariscal británico para dar caza a un comando de asesinos del servicio secreto alemán. Pero por lo demás, y quitando la correcta ambientación y aseada puesta en escena, lo cierto es que esta versión televisiva de Doce del Patíbulo no pasa de mediocre, en el mejor de los casos.

En definitiva, hay que concluir que la versión televisiva de Doce del Patíbulo, es un producto fallido que solo merece la pena recordar como curiosidad y poco más. Para los fans de la película original que esperaban encontrar en la serie parte de la magia del film supuso sin duda una gran decepción, y el público en general se encargó pronto de darle la espalda. Una serie sin duda decepcionante.

Calificación: 4/10

viernes, 9 de septiembre de 2011

Allo, Allo

Allo, Allo (1982-1992)

En el pequeño pueblo de Nouvion, en la Francia ocupada, el modesto Café Rene, regentado por René Artois (Gorden Kaye) se convierte en el centro de una intensa actividad. Mientras que René intenta contemporizar con los alemanes, convertidos en sus mejores clientes tras la ocupación, y la Resistencia, el Coronel Von Shtrom, comandante de la guarnición alemana, le obliga a ocultar en su local un tesoro artístico buscado tanto por los ocupantes como por la Resistencia, el cuadro de Van Clomp "La Virgen Caída" que se convertirá en el centro de una serie de tramas e intrigas cómicas. Todo se complicará aun más con la llegada de dos pilotos británicos derribados, que la resistencia ocultará en el establecimiento de René, y la del agente de la Gestapo Otto Flick, enviado especialmente desde Berlin para localizar el cuadro de Van Clomp.

Allo, Allo fue una exitosa comedia de situación británica, ambientada en la Francia ocupada durante la II GM, que fue emitida por la BBC a lo largo de 9 temporadas, entre 1982 y 1992. Cada temporada contaba con entre 6 y 8 episodios, de unos 30 minutos de duración, a excepción de la 5ª que contó con 13, y la 7ª que constó de 10 capitulos. El origen de esta telecomedia es un tanto curioso, puesto que Allo, Allo vino a ser una especie de “spin off” o derivación cómica de Secret Army ("Ejercito Secreto") una serie emitida por la BBC entre 1977 y 1979, ambientada en un café regentado por un miembro de la resistencia belga. De hecho, algunos de los interpretes de Secret Army, también iban a aparecer (si bien en un rol cómico) en Allo, Allo.

En cuanto a la valoración, hay que decir que Allo, Allo puede considerarse una de las mejores sitcom británicas del siglo pasado. Con unas tramas tremendamente entretenidas, que mezclaban a la perfección los elementos narrativos típicos de las sitcom, con gags cómicos en la mejor tradición del vodevil, e incluso algunas gotas del cine de espionaje clásico, por supuesto, en clave de comedía, la serie mantuvo un nivel de amenidad y calidad bastante alto a lo largo de sus cinco primeras temporadas en pantalla. A partir de la sexta temporada, sin embargo, cambió el equipo de guionistas y el productor de la serie, resultando que la calidad de los capítulos de las sucesivas temporadas comenzó a decaer de manera bastante acusada, algo que vino dado también por el hecho de que, tras cinco años de emisión, era inevitable que se produjera cierto agotamiento en las tramas y personajes. Pese a ello, la serie aguantó otras tres temporadas más en antena, hasta su finalización en 1992.

De entre los mejores aspectos de Allo, Allo, yo citaría principalmente tres. En primer lugar, el excelente trabajo de los actores del reparto, encabezados por Gorden Kaye, que realmente borda el papel de acomodaticio, mujeriego y oportunista dueño del Café, René Artois, muy bien secundado por unos actores secundarios con gran vis cómica como Richard Gibson, inolvidable en su papel de arquetípico agente de la Gestapo, Otto Flick; o el veterano Jack Haig, el entrañable Monsieur Leclerc, cuyo fallecimiento, en 1989 hizo bajar muchos enteros la serie. También es reseñable la innegable comicidad de muchas situaciones repetidas, como por ejemplo, las torpezas linguísticas del falso gendarme francés Crabtree (especialmente graciosas en la V.O. en inglés), las explicaciones de René a su sufrida mujer Fanny, cuando esta le descubre repetidamente flirteando con las camareras, o los equívocos escarceos amorosos del homosexual teniente Gruber con René. Finalmente, hay que reseñar la buena labor de puesta en escena y ambientación de la serie, que le da un cierto aire intemporal, realzado por la melancólica melodía que, a modo de banda sonora, abría y cerraba cada episodio.

En definitiva, Allo, Allo es una de esas telecomedias que no importa volver a ver una vez pasados los años desde su primera emisión ya que mantiene intacta su comicidad y el encanto original de sus personajes. Muy recomendable para todo aquel que tenga curiosidad por descubrirla o por volverla a rememorar.

Calificación: 7,5/10

jueves, 1 de septiembre de 2011

La Fuga de Colditz (Colditz)

La Fuga de Colditz (1972-74)

La historia comienza en 1940, tras la evacuación de Dunkerke. Tras ser señalados como problemáticos por sus repetidos intentos de fuga, varios prisioneros aliados son enviados al campo Oflag IVC, más conocido como la Fortaleza de Colditz, considerada por los alemanes a prueba de evasiones. Alli llegan, entre otros, el Capitán Pat Grant, uno de los primeros oficiales británicos capturados en Dunkerke, el teniente de la RAF Simon Carter, El teniente de la Marina Real Dick Player, y el norteamericano enrolado en la RAF Phil Carrington. Poco después se les une el inteligente y reflexivo Coronel Preston, el oficial de mayor graduación del campo, que será el encargado de coordinar los distintos planes de fuga que los prisioneros van ideando para escapar de Colditz. Mientras tanto, el comandante alemán del campo, el comandante Karl, y su segundo, el eficiente capitán Franz Ulmann, tratarán de adelantarse a las intenciones y planes de sus escurridizos prisioneros.

La Fuga de Colditz fue una serie para la televisión producida conjuntamente por la BBC británica en colaboración con los estudios Universal, basada en las memorias del Mayor Pat Reid, un prisionero de guerra británico que logró fugarse de Colditz. La historia ya había sido llevada a la gran pantalla en 1955 con un film titulado The Colditz Story (La historia de Colditz) pero dada la densidad argumental que ofrecían las memorias de Reid, la BBC se animó a realizar una serie que recreara las experiencias de los prisioneros aliados recluidos en Colditz, que abarcara desde su captura hasta el final de la guerra. La serie, emitida por la BBC a lo largo de dos temporadas entre 1972 y 1974, constaba de 28 episodios de unos 50 minutos de duración, y fue emitida en España a mediados de los años 80 logrando unos muy buenos índices de audiencia. Además, fue una de las primeras series televisivas en explotar el fenómeno de la mercadotecnia, ya que dio lugar a un juego de tablero, que logró una gran difusión por aquella época en España y en el mercado anglosajón.

En cuanto a la valoración, no es aventurado afirmar que La Fuga de Colditz es una de las mejores series que se han hecho ambientadas en la II GM. Tras dedicar los 4 primeros episodios a la presentación de los principales personajes: El Capitán Grant (personaje basado en Pat Reid, que actuó además como asesor técnico de la serie), el Teniente Cole, el teniente Player y el norteamericano Carrington, la serie nos sumerge de lleno en una densa trama de intentos de fuga, todos los cuales serán cuidadosamente planeados, pero que siempre se verán enfrentados a las dificultades, imprevistos y a la astucia del capitán Ulmann. Además, la serie tiene el mérito añadido de no solo quedarse en describir los planes de evasión, sino que ahonda inteligentemente en el perfil sicólogico de los distintos personajes. En ese aspecto es igualmente de agradecer el retrato bastante equilibrado que se ofrece de los alemanes y en especial del comandante del campo, un hombre defensor de los valores morales, justo y equilibrado en sus juicios, y que incluso tratará de proteger a los prisioneros frente a los intentos de la Gestapo por hacerse con el control de Colditz.

En el apartado narrativo, el ritmo de todos los episodios es bastante alto y logra captar la atención del espectador gracias al ágil desarrollo de unas tramas en las que no faltan elementos de tensión, suspense e incluso algunas notas de humor, por lo cual, valorada en su conjunto tenemos una serie muy estimable. Otro aspecto reseñable es el las interpretaciones, que resultan muy creibles gracias al buen hacer de los actores principales del reparto, formado por un conjunto de intérpretes con una sólida trayectoria en el cine y la TV, que logran componer unos personajes muy sólidos y creibles en sus respectivos papeles.

Entre los aspectos menos pulidos de la producción yo destacaría dos. Por un lado, pese a que se nota la esmerada labor de producción y ambientación para reflejar la época de la II GM, los decorados interiores de Colditz resultan un poco acartonados vistos hoy día; y en segundo lugar, hay algunas transiciones entre los intentos de fuga y la captura de los fugados que resultan algo bruscas, echándose en falta en algunos momentos un punto mayor de continuidad en la narración, y también entre los distintos capítulos.

Pese a lo anterior, solo cabe concluir que La Fuga de Colditz es una muy estimable -y por momentos, brillante- serie que logra meter al espectador de lleno en sus tramas y realmente consigue entretener mostrando el desarrollo de los distintos intentos de evasión de los prisioneros y las vicisitudes que estos viven durante su reclusión en Colditz. Una serie con el típico sello de calidad de las producciones televisivas británicas de la época, cuyo visionado o revisionado recomiendo a todo aquel amante de las buenas series.

Calificación: 7,5/10