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lunes, 25 de enero de 2010

El ejército de las sombras (L'armée des ombres)

El ejército de las sombras (1969)

La historia comienza en Octubre de 1942, cuando el ingeniero Philippe Gerbier (Lino Ventura) uno de los lideres de la resistencia parisina, es detenido como sospechoso de pertenecer a la Resistencia, y trasladado a un campo de prisioneros a la espera de interrogatorio. Tras conseguir escaparse de la comandancia alemana, Gerbier se traslada a Marsella para ordenar la ejecución de su delator, y proceder a reorganizar su grupo de resistentes, un grupo que gira alrededor de la eficiente y valerosa Mathilde (Simone Signoret) y de un nuevo miembro del grupo, el ex piloto de aviación Jean François Jardie.

A finales de década de los 60, mientras aun coleaban en Francia los sucesos de mayo de 1968 el director frances Jean-Pierre Melville se encargó de trasladar al cine la novela del antiguo miembro de la resistencia Joseph Kessel titulada “L´armee des ombres”. La obra de Kessel, escrita en 1943, era un excelente relato de primera mano sobre los acontecimientos que vivieron los hombres y mujeres que lucharon desde la clandestinidad contra la ocupación alemana. Se da la circunstancia de que el propio Melville había pertenecido a la resistencia durante los años de la guerra, lo cual explica en gran medida el interés del realizador en llevar a cabo la adaptación cinematográfica del libro de Kessel, quien además participó en el proyecto como co-guionista del film, un guión que escribió en colaboración con el director del film.

De este modo “El ejército de las sombras” nos ofrece un completo fresco acerca de los miembros de la resistencia, un relato duro y sin concesiones de ninguna clase, que muestra los entresijos y claroscuros de unos personajes embarcados en una peligrosa lucha por sus ideales. Pero lo que más llama la atención del film de Melville es que el tono de la narración huye por completo de cualquier tipo de épica o triunfalismo. De este modo, siguiendo el hilo conductor de las vicisitudes experimentadas por los dos personajes principales de la historia, Philippe Gerbier y Jean François Jardie, asistimos un relato áspero en el que abundan los miedos y las dificultades de todo tipo, asi como los dilemas morales que asaltan a los protagonistas.

Por otra parte, la película contiene algunas secuencias magistrales, especialmente la que muestra la ejecución del delator a manos de sus compañeros, o la fallida misión de rescate del resistente detenido por los alemanes. Todo ello rodado con un estilo visual muy cuidado, que rezuma realismo y que carece de cualquier atisbo de efectismo estético. En ese sentido, se nota que el guión bebe de una historia contada de primera mano, que Melville explota con habilidad para transmitirle al espectador la sensación de riesgo, angustia e incertidumbre que rodea a los personajes. También es destacable la sólida interpretación de los actores principales especialmente por parte de los veteranos Lino Ventura y Simone Signoret, que están muy bien en sus respectivos papeles, dotándolos de una enorme credibilidad.

Por ponerle algún “pero” quizás habría que señalar que, tras una magnifica introducción y desarrollo, la segunda mitad de la historia no termina de mantener el mismo nivel de la primera; principalmente porque el relato avanza a un ritmo un tanto lento, y también porque hay algunos saltos temporales poco explicados que le restan cohesión al relato. En cualquier caso hay que decir que “El ejército de las sombras” es una notable película, que ofrece una riqueza de matices y una profundidad sicológica de sus personajes pocas veces vista en pantalla. Para mi gusto, puede considerarse unos de los mejores films que se han hecho sobre el movimiento de la Resistencia. Un clásico cuyo visionado recomiendo encarecidamente a quien no haya oportunidad de verlo aun.

Calificación: 7,5/10

viernes, 22 de enero de 2010

Mein Führer

Mein Führer (2009)

La historia comienza en Diciembre de 1944, cuando el ministro de propaganda del Reich, Goebbels ordena rescatar al profesor de interpretación Grünbaum (Ulrich Mühe), del campo de concentración de Sachenhausen. Una vez en Berlin, Grünbaum es informardo de la misión que debe cumplir: levantar el anímo del deprimido Führer y prepararlo para pronunciar un multitudinario discurso sobre la guerra total que eleve la moral del pueblo alemán para reforzarlo en su espíritu de lucha.

Al parecer, cuando el director suizo de origen judío nacionalizado alemán Daniel Levy tuvo oportunidad de ver la película de Spielberg La lista de Schindler se prometió a sí mismo realizar una película que ofreciera su propia visión del Holocausto, una visión alejada de la tradicional imagen hiper dramática y escabrosa ofrecida en dicha película y en otros títulos similares que habían abordado el tema de la denominada Solución Final. Según manifestó el propio Levy, su intención era seguir la senda de otros títulos que habían atacado al nazismo usando las armas del humor y la parodia, películas como “El gran dictador”, de Chaplin, o “Ser o no ser”, de Lubitsch

En ese sentido hay que decir que, si bien la intención de Levy es bastante loable, lo cierto es que su película se queda a una distancia abismal de emular, siquiera levemente, a sus ilustres predecesoras. A mi modo de ver ello se debe en gran medida al confuso enfoque que adopta el guión a la hora de desarrollar la historia, pues por un lado trata de parodiar a Hitler (sin mucho éxito, todo hay que decirlo); y por otro trata de humanizar al personaje ahondando en las motivaciones sicológicas de su abyecto comportamiento, ofreciendo incluso una explicación del mismo.

De esta forma, el Hitler de Mein Fuhrer aparece retratado como un personaje amargado y traumatizado por haber sido un niño maltratado por su padre, amén de ser un adulto impotente, desvalido e inseguro; que paga sus frustraciones personales con la humanidad en general y con los judíos en particular. El principal problema es que el interés de la película dura unos diez minutos: el tiempo que el espectador tarda en comprobar que el prometedor punto de partida argumental se pierde rápidamente por un muy torpe desarrollo de la historia casi desde el principio de la misma. Y lo peor es que la parte supuestamente “cómica” carece por completo de gracia, pues las situaciones que se muestran adolecen de imaginación a la hora de presentar unos gags bastante burdos, y los diálogos, por su parte, no tienen la altura cómica suficiente siquiera para arrancar una sonrisa al espectador. Dicha falta de comicidad, unida al lento ritmo de la narración hace que esta resulte, pese a su ajustado metraje, pesada.

Al final “Mein Führer” deja la sensación de ser un producto poco pulido, y una comedia bastante floja, con unas intenciones caricaturescas y paródicas del nazismo tremendamente fallidas. Si el mensaje que Levy pretendía transmitir es que el nazismo fue un movimiento demasiado infame como para ser tomado en serio, desde luego no puede decirse que con esta película lo haya conseguido.

Calificacion: 2/10

lunes, 18 de enero de 2010

Camas blandas, batallas duras (Soft beds, Hard Battles)

Camas blandas, batallas duras (1974)

La historia comienza en Paris, en mayo de 1940. Después de la entrada de las tropas alemanas en la capital francesa, el burdel de Madame Grenier se convierte en un local frecuentado por altos oficiales alemanes destinados en la ciudad. Esto será aprovechado por el Mayor Robinson (Peter Sellers), un oficial británico que se esconde en burdel, para eliminar a varios generales alemanes, lo cual pondrá a la Gestapo tras la pista de Madame Grenier y sus chicas.

Tras encumbrarse como auténtico "Rey de la Comedia" en los años 60, gracias a sus papeles cómicos en películas memorables como “El guateque”, “La Pantera Rosa”, o “Telefono Rojo, ¿volamos hacia Moscú?”, el actor británico Peter Sellers inició en la década de los 70 una acusada cuesta abajo personal y profesional. En ello tuvieron mucho que ver los desafortunados reveses personales sufridos en esa época por el actor, relacionados con su turbulenta vida privada, y también una serie de malas elecciones artísticas a la hora de elegir sus siguientes papeles. En ese sentido, Camas blandas, batallas duras, se enmarca dentro de la época profesionalmente menos afortunada de Sellers y, desde luego, no puede decirse que fuera una de sus mejores películas, sino más bien lo contrario. Y ello no se debe precisamente a que la pelicula no tratara de explotar la comicidad de Sellers, ya que este batió todos los records interpretando en ella nada menos que a seis personajes distintos. De este modo, aparte de interpretar al mayor Robinson, el actor da vida en la película a un general francés, al agente de la Gestapo Schroeder, a un general japonés, al presidente francés, e incluso al mismo Hitler en una breve aparición del personaje.

Sin embargo, la interpretación ubicua de Sellers no es suficiente para compensar los muchos defectos del film. El más grave -y principal- es que, para tratarse de una comedia, la película tiene muy pocos gags, y los que contiene, además, no hacen gracia. Y aunque la poca inspiración de los momentos pretendidamente cómicos de la película podría compensarse en parte con unos diálogos cuidados, o al menos medianamente ingeniosos, lo cierto es que ambas cosas brillan por su ausencia en este caso. Y ello pese a los vanos intentos de subrayar la comicidad de algunas de las escenas con la introducción de la voz en off de un narrador que hace comentarios irónicos acerca de las mismas. Tampoco contribuyen a levantar el vuelo del film los ligeros toques de erotismo que se introducen en las escenas que transcurren en el burdel, ni las apariciones de Sellers, pues como apuntaba antes, el guión es bastante burdo y las situaciones cómicas que se muestran apenas provocan la hilaridad del espectador. Finalmente, tampoco ayuda mucho el que la ambientación y producción de la película parezcan más propias de un telefilm que de una película para la gran pantalla.

En definitiva, Camas blandas, batallas duras se queda en una comedia peor que mediocre, que hubiera merecido el más absoluto de los olvidos de no haber contado con la presencia en su reparto de Peter Sellers, aunque este estuviera viviendo sus horas más bajas como actor. Una película solo para los muy fans del actor británico, que deseen verlo en sus multiples roles. Por lo demás, un título totalmente a olvidar.

Calificación: 2/10

jueves, 14 de enero de 2010

Cinco tumbas al Cairo (Five graves to Cairo)

Cinco Tumbas al Cairo (1943)

Norte de Africa, junio de 1942. Tras la caida de la fortaleza de Tobruk en manos alemanas, el cabo John Brombel (Franchot Tone), el único superviviente de la tripulación de su tanque, se refugia en el Hotel de carretera “Emperatriz de Bretaña” regentado por el simpático Farid, y la camarera francesa Mouche (Anne Baxter). Aunque el sitio parece un lugar seguro, pronto las cosas se complican cuando los alemanes y el Estado Mayor del Afrika Korps, con el mariscal Rommel (Erich von Stroheim) a la cabeza, deciden usar el hotel como cuartel general antes de reemprender el avance sobre Egipto. Para no ser descubierto, Brombel adopta la personalidad del camarero Paul Davos, agente alemán fallecido en un bombardeo antes de la llegada de los alemanes. Inesperadamente colocado en una posición privilegiada, Brombel emprende una arriesgada misión de espionaje, tratando de averiguar donde esconden las fuerzas alemanas los depósitos secretos de suministros con los que Rommel planea reemprender el avance final sobre Egipto.

Cinco tumbas al Cairo fue el tercer largometraje dirigido por el genial realizador norteamericano de origen austriaco, Billy Wilder. El rodaje tuvo lugar durante los primeros meses de 1943 en el desierto de Arizona y en los estudios de la Paramount, con guión basado en la comedia de 1927 "Hotel Imperial", de Lajos Biró. Y como no podía ser de otra manera dada la fecha de su realización, es un título que se enmarca dentro de las decenas de películas de contenido propagandístico realizadas por los estudios de Hollywood  durante la contienda, en apoyo de la causa aliada

A pesar de ello, hay que reconocer que Wilder siempre se las ingeniaba para ofrecer algo distinto e interesante en sus films. En este caso, la película comienza con una secuencia impactante y arrolladora, mostrándonos como un solitario tanque británico vaga a la deriva por las dunas del desierto, mientras todos sus ocupantes yacen inermes en su interior. Luego, a partir de la llegada del único superviviente del carro al hotel de carretera, el relato cambia bruscamente de dirección, para introducirnos en la trama que se desarrolla en el escenario ligeramente claustrofóbico del hotel medio derruido por los bombardeos, a donde van llegando los personajes. Una trama que al principio ofrece los elementos típicos de una comedia de enredo, para luego ir introduciendo de forma gradual la historia de intriga y espionaje que gira alrededor de la figura del mariscal Rommel, y un misterioso mapa que contiene importante información sobre la campaña de Egipto. Todo un ejemplo de “crescendo” narrativo que Wilder sabe administrar a la perfección poniendo de manifiesto sus habilidades como director.

Eso hace que uno pueda olvidar lo poco verosímil de la trama de espionaje, y hasta perdonar algún que otro elemento poco pulido del guión (como por ejemplo, el retrato excesivamente caricaturesco que se hace los italianos, personificados en el torpe general Sebastiani). Otro aspecto que no me terminó de convencer es el retrato que se hace de Rommel. Pese a que la interpretación de Von Stroheim encarnando al famoso mariscal alemán es bastante digna, bajo mi punto de vista aparece retratado como un hombre frío y autoritario, de forma que el personaje responde más al tópico de oficial prusiano estirado, que al perfil carismático del Zorro del Desierto. Aunque esto es desde luego compresible dadas las circunstancias de la contienda.

En definitiva, Cinco tumbas al Cairo, si bien es un título menor dentro de la filmografía de Wilder, ofrece bastantes destellos de buen cine, amén de mostrar las habilidades en la realización de el por aquel entonces joven director. Desde luego, es una película que cumple la máxima enunciada por el propio Wilder de que: “Al público se le agarra por el cuello, se les acelera el corazón, y no se les suelta. Hay que apretar cada vez más. Al final, cuando están casi sin aliento, se les deja, se acabó, y la sangre empieza a circular de nuevo”. Un clásico a descubrir.

Calificación: 6,5/10

lunes, 11 de enero de 2010

Su mejor enemigo (I due nemici)

Su mejor enemigo (1961)

La acción nos sitúa en Abisinia, Africa Oriental, en 1941. Tras ver como su avión se estrella y ser hecho prisionero por los italianos, el mayor Richardson (David Niven), es liberado por el capitán Blasi (Alberto Sordi) con la condición de que deje escapar a sus hombres sin ser atacados por los británicos. Aunque Richardson acepta el trato, de vuelta a su base recibe órdenes de su superior para volver al desierto y capturar a los hombres de Blasi. Esto hará que británicos e italianos establezcan una peculiar persecución, dando lugar a que se produzcan una serie de rocambolescas peripecias entre los soldados de ambos bandos

Su mejor enemigo es una curiosa producción italiana de los años 60, filmada en inglés con un reparto mixto de actores británicos e italianos, ambientada en la campaña de Abisinia (actual Etiopía) en las semanas anteriores a la captura de Adis Adeba por las tropas británicas. El interés de la película, que contiene un diáfano y tierno mensaje pacifista y antibelicista, descansa principalmente en las innegables dotes cómicas de su duo protagonista, el británico David Niven y el italiano Alberto Sordi. Hay que decir que Niven –una vez más- borda el papel de irónico y poco marcial oficial británico (un registro que ese mismo año iba a volver a explotar con bastante éxito en Los Cañones de Navarone), mientras que Sordi también interpreta bastante bien el personaje de oficial italiano hastiado de la guerra pero, a la vez, orgulloso y testarudo.

El problema es que, quitando la excelente labor del duo protagonista, “Su mejor enemigo” es una película que no termina de carburar del todo bien. Como comedia, a mi modo de ver, le falta una mayor dosis de hilaridad, pues las situaciones que plantea si bien se ven con una sonrisa en la boca, no llegan a hacer demasiada gracia. Tampoco puede decirse que los diálogos, mayormente centrados en la rivalidad entre ingleses e italianos, sean un dechado de ingenio cómico. Si bien es cierto que hay algunas escenas, sobre todo entre Niven y Sordi, que son bastante simpáticas (por ejemplo, la secuencia de la fallida negociación para la rendición del fuerte italiano) en lineas generales la película discurre con un cierto ritmo cansino, sin que llegue realmente a levantar el vuelo. Con seguridad lo mejor del film es su desenlace, que culmina con acierto el mensaje pacifista que contiene la historia, y que supone un bonito cierre de la misma.

Pese a todo, hay que reconocer que, por su estupenda ambientación y fotografía, amén de por contemplar la vis cómica de su dúo protagonista, Su mejor enemigo es uno de esos films con regusto clásico que no viene mal visionar de cuando en cuando. Una comedia sin demasiadas pretensiones, pero que se ve con agrado.

Calificación: 5,5/10

lunes, 4 de enero de 2010

El Milagro de Santa Ana (Miracle at St. Anna)

El Milagro de Santa Ana (2008)

La acción nos sitúa en Italia, en el frente de la Toscana, durante el verano de 1944. Tras un ataque fracasado a cargo de un regimiento de la 92ª division de infanteria, los Buffalo Soldiers, formada íntegramente por soldados afroamericanos, cuatro de ellos quedan aislados tras las lineas alemanas. Todo se complica aun más cuando uno de ellos, el soldado Train, rescata a un niño italiano herido y sus compañeros reciben el encargo desde el cuartel general de capturar a un soldado alemán para obtener información sobre los movimientos del enemigo.

El Milagro de Santa Ana ha supuesto la adaptación cinematográfica de novela homónima del escritor norteamericano James McBride, quien a su vez se inspiró para escribirla en hechos reales acaecidos en el frente italiano, concrentamente en la matanza perpetrada por soldados alemanes en la villa toscana de Sant’Anna di Stazzema el 14 de agosto de 1944. No está muy claro si en represalia por las acciones partisanas o bien para intimidar a la población, tropas de la SS en retirada asesinaron a sangre fría a más de 500 civiles italianos que se habían refugiado en el pueblo. Los hechos que rodearon a esa infame matanza quedaron prácticamente perdidos en la memoria hasta que en 1994 la aparición casual de un dossier con más de 700 documentos relativos a la misma en el archivo de un juzgado militar de Roma hizo que la prensa y los tribunales italianos retomaran la investigación de aquellos sucesos.

Spike Lee, un cineasta estadounidense cuya carrera se ha distinguido por su fuerte compromiso con el tema de la igualdad de derechos de los afroamericanos, ha sido el encargado de adaptar al cine la novela de McBride. Y es indudable que esto ha tenido mucho que ver con el enfoque que adopta la película a la hora de contar la historia. Porque la matanza de Sant Anna no deja de ser en el film un elemento accesorio, que Spike Lee usa como pretexto para centrarse en describir la realidad que vivieron los soldados negros norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial, así como para denunciar la discriminación racial que sufrieron. En ese sentido, el director hace gala de su faceta más “militante” (no en vano, poco antes de comenzar el rodaje había criticado públicamente las dos películas de Clint Eastwood sobre la batalla de Iwo Jima porque no mostraban la participación de soldados afroamericanos) para abordar la historia, lo que en mi opinión hace que la misma se resienta.

Porque lo cierto es que el mensaje de la discriminación, intercalado de forma poco sútil a lo largo de la película, se antoja demasiado reiterativo, y además el guión lo adorna con una especie de misticismo religioso que, bajo mi punto de vista, no termina de casar bien con los hechos que se relatan. Pero lo peor no es eso, sino que, pasado el primer tercio del metraje, el director pierde por completo el pulso de la historia y las distintas líneas narrativas se superponen sin ninguna armonía: la historia de los soldados negros, la de los partisanos y el desertor alemán, la del niño italiano…etc. Todo ello deriva en un farragoso galimatías narrativo, agravado además por un ritmo bastante lento, por momentos casi plomizo, que hace que la parte central de la película resulte pesada, y que sus dos horas y media de duración se hagan largas al espectador.

En definitiva, “El Milagro de Santa Ana” es el típico ejemplo de película que toca muchas teclas pero sin llegar a dar con la melodía adecuada. No sé si es problema de la novela de McBride o del guión del film, pero el caso es que al final el buen punto de partida de la historia es desarrollado de una forma bastante confusa y fallida. Desde luego no puede decirse que estemos ante uno de los títulos más brillantes dentro de la filmografía de Spike Lee.

Calificación: 5/10

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